lunes, 26 de noviembre de 2007

LA CLIO NO CONTAMINA

-un fragmento de algo mas-
(por Eugenio B.)

Abro una cajetilla de cigarros, sentado en el asiento del copiloto, en el auto de la Clio, saco la parte de plástico y retiro el papelito de arriba (PULL). La Clio me mira con cara de neurótica y antes que pueda dejar los papeles en el cenicero, me dice – ¡No votes basura en mi auto!-, sorprendido miro mi mano, claro, los papelitos, bajo la ventana y los voto hacia fuera.
-Pero que estas haciendo- me dice la Clio.
-Pero tu me dijiste que...-
-Pero como se te ocurre- continuó –ensucias la ciudad y además contaminas-
-Hey, pero si sólo es un papelito-
-Claro un papelito no más, si todos pensaran como tú todo estaría sucio y contaminado-
-Bueno, pero si nadie votara papelitos en la calle dejaríamos a quizá cuantos aseadores sin trabajo, vez, no hay que ser absolutista, jajaja, además vivir es ensuciar-
Por su cara desencajada me di cuenta que no compartía mi sentido del humor, y como no quería arruinar el viaje le dije que se calmara, que yo tampoco voto papeles al suelo, pero que ese era tan pequeño, que era una cuestión de criterio y que bueno, por último el papelito era biodegradable, con el agua se pudre y listo.
El viaje continuó con su cara de disgusto, siguió hablando y hablando sobre la contaminación, las personas sucias, la educación y bla, bla, bla.
-bueno- le dije –no sé que tanto hablas, tu y los cientos de miles, con sus autitos tienen el aire irrespirable, lleno de monoxido de carbono, y los catalíticos como los tuyos son igual o mas nocivos para la salud por que expelen ozono que se queda a nuestra altura, que decir de los cientos de niños que en los inviernos hacen colas interminables para lograr que un consultorio de mierda les atienda sus enfermedades respiratorias, y los ancianos con sus asfixias, y ni hablar de las transnacionales que se benefician con la compra de tus autitos y la injerencia económica mundial de estos conglomerados, las compañías de seguro y bla, bla, bla,-
Dos cuadras después de terminar mi brillante intervención y con la sangre en la cabeza, le dije que parara, me bajé ofuscado del auto, ella enojada, no tardo ni medio segundo en cerrarme la puerta e irse.